Pemex es una empresa que cuesta muchísimo dinero para un pueblo de por sí pobre; quizá un país muy rico podría sostener semejante lujo.
Petróleos Mexicanos tuvo una pérdida financiera de 346,135 millones de pesos en 2019, equivalentes a 18,367 millones de dólares. Una mayor carga en sus futuras pensiones llevó que la pérdida del año se incrementara a 658,130 millones de pesos (34,923 millones de dólares).
Andrés Manuel López Obrador reiteró en campaña, y como Presidente, que no puede haber un pueblo pobre con un avión de país rico. Una de las numerosas potentes imágenes que lo conectaron a nivel popular, y ayudaron a catapultarlo a la presidencia. Ciertamente, difícil empatar un avión nuevo y adaptado con un costo de 218 millones de dólares con un país en que una parte importante de la población (sobre)vive en pobreza extrema.
Dimensionando una pérdida estratosférica
Pero el Presidente no tiene problema con tratar de revivir una empresa que es un lastre financiero, y que solo en 2019 implicó pérdidas equivalentes a 160 aviones presidenciales, o 2.7% del PIB de dicho año. Otras equivalencias que ayudan a dimensionar la estratosférica cifra:
- 2.7 aeropuertos NAIM en Texcoco;
- 4.4 refinerías de Dos Bocas;
- 4.7 trenes mayas;
- 180 puentes Baluarte Bicentenario, o
- 437 kilómetros de Metro en CDMX (la red actual tiene prácticamente la mitad de extensión, con 226 kilómetros)
En términos del Presupuesto 2019, el déficit de la petrolera es equivalente a:
- 364 veces el asignado a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos;
- 77 veces a Relaciones Exteriores;
- 75 veces a Turismo;
- 51 veces al Poder Legislativo;
- 21 veces a Medio Ambiente y Recursos Naturales;
- 10 veces al Poder Judicial;
- 10 veces a Agricultura y Desarrollo Rural;
- 9.9 veces a Comunicaciones y Transportes;
- 7.0 veces a Defensa Nacional;
- 5.3 veces a Salud;
- 4.4 veces a Bienestar;
- 2.1 veces a Educación Pública;
- 1.2 a la deuda pública
Rueda de molino
La “palanca de desarrollo” que vislumbra el presidente López Obrador para la economía nacional se consolida, en cambio, como una rueda de molino alrededor de esta, y cuya magnitud está en aumento. Pocos errores serán tan costosos de la gestión obradorista como el referente a Pemex. Como en otras ocasiones, un diagnóstico erróneo llevó a una propuesta equivocada, que a su vez traerá consigo un resultado opuesto al esperado.
El diagnóstico es que Pemex necesitaba crecer y fortalecerse, con la propuesta que debía invertirse en explorar y producir más, cerrando el paso a los privados. La clave era concentrarse en aguas someras, entregando contratos con rapidez.
Como todo se haría con honestidad, sobra decir, entonces los resultados serían poco menos que espectaculares. Además, se debía invertir masivamente en Pemex Transformación Industrial (refinación) para revertir la caída en la producción de gasolinas, aparte de construir una séptima refinería en territorio nacional. Igual, con rapidez y honradez. Objetivo: dejar de importar gasolinas, algo inaudito (para AMLO) en un país rico en petróleo.
Pero en 2019, primer año de la administración, el resultado fue una producción inferior a la esperada, estancamiento en la producción de gasolinas, y además la explosión de pérdidas financieras, aparte de un descontrol en Pemex que ha incluido un hackeo masivo.
La producción de 2019, 1,678 millones de barriles diarios, fue inferior en 7.4% a la registrada en 2018, e inferior en 3.5% a la meta original del Plan Nacional para la Producción de Hidrocarburos. El precio del petróleo promedio en el año fue ligeramente superior al esperado (55.63 dólares el barril, cuando el precio proyectado en el presupuesto fue de 55 dólares), pero el déficit explotó como en 2008-09 y 2014-15, cuando dicho precio se desplomó.
Las pérdidas de 658.1 mil millones en 2019 fueron las mayores en términos nominales nunca registradas, en segundo lugar en términos reales, tras los 624.0 mil millones de 2015.
Una empresa quebrada
Las pérdidas se agregaron al patrimonio (activos menos pasivos, con los segundos incluyendo deuda y pagos estimados por pensiones presentes y futuras) de la paraestatal. Se agregaron en el sentido de que se hundió mucho más en terreno negativo, esto es, mostrando a una empresa claramente en quiebra.
¿Cuándo puede decirse que Pemex entró realmente en terrenos irreversibles de quiebra? Podría argumentarse que ello ocurrió en 2014, cuando el patrimonio se hundió en un terreno claramente negativo (a diferencia de los niveles de 2012 y 2013), y por el desplome en los precios del petróleo en ese año, que volvió a la empresa claramente inviable.
Las pérdidas de 2019 aumentaron el patrimonio negativo en casi medio billón de pesos, cifra inferior pero no lejana a lo ocurrido precisamente en 2014 y 2015. Como proporción del PIB, el patrimonio de Pemex pasó de representar 27.7% en 1993 a -1.1% en 2013, cayendo a -8.2% en 2019.
A menos que el presidente López Obrador cambie radicalmente de opinión, su estrategia continuará. El paso siguiente durante 2020 corresponderá a las calificadoras. Lo indudable es que Pemex es una empresa que cuesta muchísimo dinero para un pueblo de por sí pobre. Quizá un país muy rico podría sostener semejante lujo, a diferencia de un avión presidencial, pero no México.
Si México es el Titanic, Pemex es el iceberg, con López Obrador al timón, sin la menor disposición para variar el rumbo que marca su ruta.
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