El sexenio inútil de Pito López. (El Financiero)


El mensaje de año nuevo del Presidente reafirmó que 2020 será un año tan perdido como el que apenas terminó. Como el científico que se obstina en repetir el experimento que le sale mal, diciendo que la próxima vez será exitoso, quedó claro que López Obrador cree firmemente en las ideas que maduró por años. El inquilino de Palacio Nacional no ve fracasos, sino en todo caso avances más lentos de lo esperado. Sus políticas darán resultado, solo es cuestión de tiempo.
Tras 13 meses de gobierno ya es clara la mente obradorista del ejercicio del poder. El Presidente cree que sus palabras y leyes son suficientes para que la realidad se transforme. La inseguridad se desplomará cuando esos jóvenes que hoy reciben becas (y chanclazos maternos) ya no necesiten unirse a las mafias criminales. Por eso no tiene caso enfrentar a esas mafias, y conviene seguir ofreciendo abrazos y no balazos. El país en llamas, cuatro muertos cada hora en promedio, y AMLO declara que es cuestión de paciencia. Con la rapidez que pasó un año pasarán otros cinco, con el saldo de muertos aumentando inexorable.
El primer día de 2020 vio nacer el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Listo: servicios médicos y medicinas gratuitas para los no afiliados al IMSS o ISSSTE. Decenas de millones de mexicanos ya tienen, en el imaginario obradorista, el prometido sistema de salud escandinavo. La escasez de medicinas provocada en aras de una criminal austeridad presupuestal trajo muertes y sufrimientos, el despido de personal de salud agravó más un sistema de por sí saturado. Lo que puede esperarse con la promesa del INSABI es un colapso dada la incapacidad de atender la demanda que desatará. El único consuelo ante las colas, los días para ser visto por un médico, los servicios de urgencia desbordados, los medicamentos inexistentes, será que todo ese dolor será gratuito.
Con la misma magia desapareció la corrupción. No existe, declara campante el titular del Ejecutivo, incluso mientras a su lado posa sereno un funcionario público que logró amasar durante sus décadas en el gobierno un emporio inmobiliario. Ahí la receta es sencilla: nadie roba un peso del erario porque yo no lo permito, afirma. El que por años vivió holgadamente con 200 pesos en la bolsa, que cuando fue Jefe de Gobierno capitalino vio a sus operativos de primer nivel encarcelados por corrupción, proclama su honradez y la de todos aquellos que trabajan con su persona. Pueden esperarse años de escándalos en que el Presidente, si acaso, se dirá ignorante de lo ocurrido y decepcionado por la traición.
¿Qué la economía no creció en 2019? AMLO tiene respuesta: hubo desarrollo. No tiene datos, pero asevera que se redistribuyó de tal forma la riqueza que entonces no importa el estancamiento. Igual es inmune a que sus políticas alejan a los inversionistas nacionales y extranjeros. No se construirá un aeropuerto en Texcoco porque se iba a hundir, pero hará una refinería en un terreno que ya era un lago (tras devastar manglares) antes de comenzar la obra. Porque así es el obradorismo: el capricho y la terquedad como política pública.
Solo los ingenuos esperarán un cambio de rumbo por parte de alguien que conduce el barco con la vista firme en espejismos que en realidad son icebergs. Lo único que cabe desear es que los daños sean corregibles tras el largo desvarío. En 1938 se publicó “La vida inútil de Pito Pérez”. En 2024 habría concluido el sexenio inútil de Pito López.

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