Es un hombre frustrado y por eso es candidato. Se trata de una persona con larga trayectoria en la academia y en organismos de la sociedad civil. Por décadas nunca le escuché el menor interés en tener un cargo público. Digo el “por décadas” con precisión, puesto que lo he tratado literalmente toda la vida, quiero creer que en algunos momentos como colega historiador económico (aunque en ese sentido quizá le llego a las rodillas, y eso siendo muy optimista). Pero para tener acceso a ese gigante tenía una puerta sencilla (y sirve que hago confesión de conflicto de interés): es mi tío.
Es un hombre frustrado porque en el ámbito público ha tenido poca incidencia. Se dio cuenta, lo ha reiterado muchas veces, que para realmente cambiar al gobierno tenía que estar adentro del mismo. Los hombres como Enrique Cárdenas Sánchez no andan buscando hueso. Para los políticos que no creen que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, es de suponerse que hombres como Enrique son seres por completo incomprensibles.
Cada puesto de trabajo que ha tenido, cada peso que llegó a su bolsillo, fue fruto de su estudio, labor y méritos labrados a lo largo de su vida. Quizá se puede llegar a ser Rector de una universidad importante a los 30 años de edad por una serie de hechos fortuitos, pero se permanece en ese cargo por 16 años (hasta que decidió que era hora de renunciar y volver a ser Profesor de tiempo completo) solo cuando se hacen las cosas muy bien. En lo personal recuerdo sus esfuerzos por apoyar las finanzas de la UDLA, vendiendo boletos para su sorteo en las reuniones familiares.
De la misma forma lanzó al Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) en el sólido camino que hoy recorre. En esa etapa me tocó vivir esa rectitud que le caracteriza (de nuevo, peculiar en un político): le propuse el proyecto de un libro para que me lo publicara el CEEY. Su respuesta fue que con gusto… sometía la propuesta al arbitraje de terceros para que dictaminaran si la idea era digna de ese apoyo (dicha respuesta no me sorprendió).
Contra Enrique solo han podido inventar chismes sobre su posición patrimonial, simplemente el resultado de una muy exitosa trayectoria profesional. Me causa gracia, por ejemplo, cuando escucho que “compró un hotel”. Más bien adquirió una casa en ruinas que restauró, y que posteriormente transformó en un pequeño hotel.
Y lo que menos se conoce es su faceta familiar. En eso fue adelantado a su tiempo, simplemente dando a su pareja (mi tía) todo el apoyo para su desarrollo profesional, a costa de un esfuerzo personal que siempre nos admiró.
Una interrogante que siempre tendré es qué habría dicho mi abuelo sobre esta aventura electoral de su hijo. Gerardo Cárdenas, aunque abogado de profesión, fue hombre de fierros y de andar en el campo perforando pozos, y como tantos de sus descendientes alejado y escéptico de los políticos. Pero sí sé que le habría deseado éxito, porque los poblanos tendrían un Gobernador verdaderamente notable: honesto, capaz y con ideas claras para mejorar el bienestar de aquellos a los que serviría si lo eligen.
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