17/5/2019 Instituto para no Tirar el Dinero del Pueblo



Robarlo es corrupción, tirarlo también. Es el dinero del pueblo, que debe ser administrado con honradez y eficacia porque el presupuesto no es infinito, y un peso mal gastado es un peso que ya no podrá ser utilizado en algo prioritario.

Prioridades hay muchas, particularmente en materia de educación, salud e infraestructura. Entre los recursos mejor gastados son aquellos que permiten a los que nacieron con muy poco, acceder a las oportunidades que tienen los más afortunados.

En la realidad paralela del presidente López Obrador habrá una nueva refinería que costará ocho mil millones de dólares y estará funcionando en mayo 2022. Independientemente de la fantasía sobre costo y plazo, serían 152 mil 560 millones de pesos (tipo de cambio de ayer). La utopía es más compleja: se espera que Dos Bocas gane dinero (cuando lo habitual con Pemex Refinación es perderlo a carretadas) mientras que su gasolina se vende barata. Ya quisiera Warren Buffet tener ese toque de Rey Midas.

La realidad será más cruel, y basta ver la tradicional ineficiencia de Pemex y las experiencias de otras petroleras estatales para sustentarla. Petrobras construyó quizá la refinería más cara del mundo (Refinería Abreu y Lima), a nueve veces la estimación original, mientras que Petroecuador y PDVSA (Venezuela) invirtieron 1,500 millones de dólares antes de abortar la Refinería del Pacífico. Lo que se puede mostrar a cambio de ese dineral es un terreno aplanado.

La retórica no sirve: si fuera cierta la frase presidencial de “primero los pobres” nunca se habría siquiera planteado la refinería. Tampoco existiría el tren maya, cuyos estudios (solo los estudios) costarán 972 millones de pesos. Pero para apoyar a mujeres que sufren de violencia, niños con cáncer, tamiz neonatal, para eso no hay dinero.

¿Cuántos miles de millones costará aumentar la producción petrolera? Imposible saberlo, pero no será con recursos privados, puesto que nuevas concesiones fueron canceladas. Lo seguro es que se gastará mucho, para quizá ni siquiera lograr unas metas que en realidad son sueños guajiros. Pero como se necesita tanto dinero, el Presidente fue testigo de la entrega de un crédito por ocho mil millones de dólares a Pemex. Paradójico, por decir lo menos, buscar alcanzar la soberanía energética quedando a deber dinero a JP Morgan, HSBC y Mizuho Securities.

Mientras los elefantes blancos de López Obrador se multiplican, los recortes presupuestales llevan a emergencias, desde las medicinas que no están en los hospitales públicos, los incendios que no se apagan o el sargazo que se acumula. Lo que debería crear el gobierno sería un Instituto para no Tirar el Dinero del Pueblo. Porque corrupción es robarlo, pero también dilapidarlo en caprichos que no tienen más sustento que una ideología probadamente fracasada. Pero sus votantes le entregaron un cheque en blanco, y al Presidente le gustan los proyectos que demandan cheques con muchos ceros.

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