Por supuesto no lo harás, Andrés, pero deberías.
Porque con tus acciones y omisiones estás dañando a millones. Has llegado a ese momento en que la soberbia e ineptitud no muestran a un gobernante inadecuado, sino al que causa daños sin paralelo. Una fuerte recesión era inevitable; tu rechazo a una política fiscal contra-cíclica puede que la transforme en depresión económica.
Tu desesperación y pánico ya son evidentes, con tus exhibiciones de empresas que están despidiendo personal o peleando pago de impuestos (exhibiciones ilegales, pero romper la ley siempre ha sido tu fuerte). Ya te habrán informado que la recaudación tributaria se está desplomando. Has transitado a lo que te es familiar: el chantaje. Será inútil, porque las empresas quebradas o sin liquidez no pagan.
Tan arrinconado estás financieramente, que has optado por saquear las arcas de tu propio gobierno, vaciando Fideicomisos. Estás, de hecho, incurriendo en endeudamiento, porque ese dinero hará falta en el futuro. Estás rompiendo todos los cochinitos a tu paso y pensando que no hay problema.
Quizá recuerdes, Andrés, tu cantaleta de que la pobreza era la causa del crimen. Tu pueril solución era abrazos y dar algo de dinero a ciertos grupos (sin padrones ni reglas). Pues lo que enfrentarán millones de personas en las próximas semanas será una pobreza tan súbita como extrema, la pobreza que atrapa a los que dependían para comer del ingreso que daba un trabajo que repentinamente dejó de existir, en un entorno en que serán muchísimos peleándose por un empleo. No necesitas mucha inteligencia para saber que el crimen, desde robos hasta secuestros y asesinatos, será la alternativa para muchos.
Esa debería ser la razón principal de tu renuncia: los millones que estás arrojando al desempleo, hambre y crimen. Pero, por supuesto, tu ego te impide entender tu propia incapacidad para ese puesto que siempre te quedó grande pero que hoy demanda mucho más.
Sería por tu ego, precisamente, por el que deberías estar redactando tu dimisión. Esa es la razón más potente: tú lugar en la Historia (con mayúscula). Porque vas enfilado a ser el peor Presidente del México contemporáneo. López Portillo, otro Presidente soberbio e inepto, no pudo con la crisis que le estalló en su último año de gobierno. Luis Echeverría, tampoco. Los dos, adalides de ese anti-neoliberalismo que tanto te agrada. Tú, que te soñabas al lado de Juárez, Madero y Cárdenas, acabarás quizá peor que López Portillo.
Porque te quedan cuatro años y medio de gobierno. Cincuenta y cuatro meses para hundir más al país con tus ideas equivocadas. Si hoy que la crisis apenas comienza y ya estás amenazando empresarios y saqueando Fideicomisos, a saber lo que harás cuando Pemex se hunda por completo. Si ante la tempestad que ya amenazaba mantuviste la decisión de destrozar la inversión de Constellation Brands, imposible imaginar tus ocurrencias cuando descubras que México es un apestado para colocar dinero.
Si tu arrogancia no tiene límites cuando te sientes popular, la escena será muy distinta cuando salgas a tus giras y experimentes el rechazo de aquellos a los que ofreciste todo y que en cambio dejaste sin nada.
Hoy todavía tienes una oportunidad dorada, Andrés: buscar un buen pretexto para tu renuncia, como sería motivos de salud (con la recuperación en tu rancho). Así medio salvarás tu lugar en la Historia, dejando dudas sobre tu incapacidad para ser Presidente, en lugar de una certeza absoluta.
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