Un candidato que promete como si el gobierno federal tuviese a su
alcance una máquina de hacer billetes. Educación y salud gratuitas, dos
refinerías, un aeropuerto nuevo (simplemente cancelando el que está en
construcción), subsidios abundantes igual para el campo que para la
vivienda. Todo esto sin aumentar impuestos o crear nuevos. También,
rematando, sin déficit en las finanzas públicas o nuevo endeudamiento.
¿Cómo? No se sabe, porque lo importante será despachar en Palacio
Nacional, luego vemos.
Un candidato que arma coaliciones imposibles. Por un lado, el partido político que admira a Corea del Norte, por otro, el que tiene raíces evangélicas y posturas alérgicas para cualquier progresista. La izquierda y derecha más extremas y retrógradas, en alianza con el partido hecho por y para el candidato. ¿Cómo, remotamente, conjuntar sus ideas (es un decir) de gobierno? Hoy se trata de llegar a sentarse en La Silla, luego vemos.
Aspirante presidencial que igualmente abre las puertas de su partido a personajes con trayectorias y reputaciones disímbolas. Pueden ser del PRI, PAN, PRD, o de cualquier otro signo, son bienvenidos. El candidato es un entusiasta de la pureza, presume de ser honesto y austero a un grado extremo. Poco importa lo que el personaje de marras haya hecho en el pasado, es bienvenido, purificado, gracias al perdón implícito o explícito. Se trata de 'sumar', de nuevo confundiendo el cascajo que abunda con un cimiento para consolidar la campaña. Hoy se trata de sumar hasta aquello que resta y divide, luego vemos.
Personaje que ofrece soluciones mágicas (que muchos llamarían demagógicas) para los grandes problemas nacionales. Todo se soluciona extendiendo la mano, ofreciendo la paz, con una oferta de buena voluntad, predicando con ese ejemplo de honestidad y austeridad. Amnistía y perdón, la promesa implícita o abierta de no aplicar la ley, abundan en el vocabulario. Porque con ello México tendrá paz, no habrá corrupción o inseguridad. La luz llegará a lo que hoy es tinieblas, emanando del presidente de la República desde el mismo día que tome posesión. Los detalles no importan, luego vemos.
De los campos brotarán los alimentos que permitirán la autosuficiencia alimentaria, de esas refinerías viejas y reconstruidas, combinadas con las nuevas, esa preciada gasolina que evitará la necesidad de adquirirla en el extranjero. Los funcionarios públicos, movidos a lo largo y ancho del país junto con sus dependencias, tendrán mejores salarios. Los 'ninis' se capacitarán, los jóvenes estudiarán, los trabajadores verán sus salarios aumentar y las condiciones laborales mejorar, los viejos tendrán unos años plenos de dignidad. El gobierno de ese país orgulloso y soberano que será México, ya no dependiente, podrá confrontarse con un Donald Trump. ¿Cómo se lograrán tantas maravillas? No importan los detalles, porque ahora se trata de alcanzar la anhelada (y antes arrebatada) victoria en las urnas. Luego vemos.
Un candidato que arma coaliciones imposibles. Por un lado, el partido político que admira a Corea del Norte, por otro, el que tiene raíces evangélicas y posturas alérgicas para cualquier progresista. La izquierda y derecha más extremas y retrógradas, en alianza con el partido hecho por y para el candidato. ¿Cómo, remotamente, conjuntar sus ideas (es un decir) de gobierno? Hoy se trata de llegar a sentarse en La Silla, luego vemos.
Aspirante presidencial que igualmente abre las puertas de su partido a personajes con trayectorias y reputaciones disímbolas. Pueden ser del PRI, PAN, PRD, o de cualquier otro signo, son bienvenidos. El candidato es un entusiasta de la pureza, presume de ser honesto y austero a un grado extremo. Poco importa lo que el personaje de marras haya hecho en el pasado, es bienvenido, purificado, gracias al perdón implícito o explícito. Se trata de 'sumar', de nuevo confundiendo el cascajo que abunda con un cimiento para consolidar la campaña. Hoy se trata de sumar hasta aquello que resta y divide, luego vemos.
Personaje que ofrece soluciones mágicas (que muchos llamarían demagógicas) para los grandes problemas nacionales. Todo se soluciona extendiendo la mano, ofreciendo la paz, con una oferta de buena voluntad, predicando con ese ejemplo de honestidad y austeridad. Amnistía y perdón, la promesa implícita o abierta de no aplicar la ley, abundan en el vocabulario. Porque con ello México tendrá paz, no habrá corrupción o inseguridad. La luz llegará a lo que hoy es tinieblas, emanando del presidente de la República desde el mismo día que tome posesión. Los detalles no importan, luego vemos.
De los campos brotarán los alimentos que permitirán la autosuficiencia alimentaria, de esas refinerías viejas y reconstruidas, combinadas con las nuevas, esa preciada gasolina que evitará la necesidad de adquirirla en el extranjero. Los funcionarios públicos, movidos a lo largo y ancho del país junto con sus dependencias, tendrán mejores salarios. Los 'ninis' se capacitarán, los jóvenes estudiarán, los trabajadores verán sus salarios aumentar y las condiciones laborales mejorar, los viejos tendrán unos años plenos de dignidad. El gobierno de ese país orgulloso y soberano que será México, ya no dependiente, podrá confrontarse con un Donald Trump. ¿Cómo se lograrán tantas maravillas? No importan los detalles, porque ahora se trata de alcanzar la anhelada (y antes arrebatada) victoria en las urnas. Luego vemos.
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