López Obrador es lo inverso del Dr. Simi: no es lo mismo, y además es más caro. Sabe lo que quiere, pero ignora que a veces no se puede. Incluso cuando es factible, no sabe cómo lograrlo. En lo posible e imposible, desconoce el costo de intentarlo. Se ha rodeado de personas que sufren del mismo problema; aquellos que sí saben (algunos hay) callan.
El resultado es una ineptocracia. Se desmantelan funcionariado, instituciones, organismos y programas, destruyendo memoria institucional y capacidad operativa. El asalto al poder es completo, gracias a esa impresionante victoria electoral. Es un priismo revivido: un Congreso a las órdenes del presidente, gobernadores sumisos gracias a la dependencia de los recursos federales. Pero el poder ejercido con ineptitud, es preludio de desastre.
Esa ineptitud es producto de la ignorancia mezclada con arrogancia. Durante casi 80 días el presidente se ha mostrado como un experto en atacar un problema solo para causar uno mayor. La guerra contra el huachicoleo, ese llamado a las armas, terminó… sin saberse en qué acabó. Implicó un costo incuantificable para individuos y empresas dado el desabasto de gasolinas. Pero ese precio no existió para el gobierno, que presume en cambio, de ganancias por la gasolina que no se robaba porque no se distribuía.
La solución parcial ejecutada por órdenes presidenciales fue una rápida compra masiva de pipas que incumplían la ley (que se modificó con rapidez). A ese costo (mil 765 millones de pesos) habrá que agregar el de operarlas, con los salarios ya decretados por AMLO. Y siempre habrá que considerar que transportar gasolina por pipa tiene un costo 14 veces superior a moverla por ductos. Es la ineptitud en presumir que se cocinó un maravilloso caldo en tanto se tiraban las albóndigas a la basura.
Exactamente lo mismo que con la decisión de cancelar Texcoco, en tanto se habla con grandilocuencia de un Sistema Aeroportuario Metropolitano. Hasta el momento Santa Lucía bien puede tener tantos trazos imaginarios como la ruta del tren maya, con el futuro costo igualmente en el limbo.
Imaginación e ineptitud como base de la política pública también están presentes en ese barril de pólvora que es Pemex. Ayer se anunció una inyección directa de capital a la empresa por parte del gobierno federal (por unos 35 mil millones de pesos). El dinero se canalizará a inversión. Es el problema: esos recursos se arrojarán a otro agujero negro buscando lograr el sueño presidencial de aumentar notablemente la producción. Basta recordar que entre 2004 y 2018 Pemex invirtió 70 mil 30 millones de dólares. En el mismo periodo la producción de hidrocarburos se desplomó 46 por ciento. Con menos recursos el gobierno pretende aumentarla en 33 por ciento durante el sexenio.
Muchas ineptitudes tardarán en ser evidentes, aunque ya inversionistas y mercados han percibido las suficientes. La ineptocracia, eso sí, cobra menos por su trabajo, otro ejemplo (por si hiciera falta) de lo barato que finalmente es más caro.
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